La introducción de los psicofármacos
En la segunda mitad de los años 40 se descubrió un potente antihistamínico que mostró propiedades sedantes sobre el sistema nervioso central. Se trataba de la prometazina (Fenergan®). A partir de las expectativas que abrió este descubrimiento para el tratamiento de las enfermedades mentales, se desarrollaron nuevas investigaciones que desembocaron en el descubrimiento de la clorpromazina (Largactil®) en diciembre de 1950. La revolución de la psicofarmacología había comenzado.
A partir de ese momento, los avances en este terreno se sucedieron a un ritmo vertiginoso: en 1952 se aisló la reserpina a partir de la raíz de la Rauwolfia serpentina; en 1955 se sintetizó el clordiazepóxido, abriendo el camino de los ansiolíticos benzodiazepínicos; en 1956 se descubrió el efecto antidepresivo de la iproniazida, precursor de los inhibidores de la monoaminooxidasa; en 1957 se produjo el descubrimiento del primer antidepresivo tricíclico, la imipramina.
Aunque el marco legal vigente en esta época seguía siendo el establecido por el Real Decreto de 1931, estos descubrimientos tuvieron una gran importancia en la atención psiquiátrica en general y en el Hospital Aita Menni en particular puesto que, a partir de la introducción progresiva de estos fármacos, muchos enfermos pudieron evolucionar favorablemente, lo que dio lugar a que el censo de pacientes comenzara a disminuir por primera vez en la historia del hospital. Como consecuencia, en estos años los trabajos materiales fueron dirigidos principalmente a tareas de mantenimiento y acomodación de subestructuras a necesidades variables.
El equipo asistencial
A partir de los años 50, el número de hermanas que formaban la comunidad de Santa Águeda fue disminuyendo, tanto por el descenso progresivo del número de pacientes atendidas como por la incorporación, a partir de los años setenta, de personal auxiliar laico.
Como en épocas anteriores, la responsabilidad de la asistencia a las enfermas recaía en el personal facultativo y en las Hermanas Hospitalarias. Sin embargo, en 1969 se produjo un cambio importante en la composición del equipo asistencial con la incorporación de una nueva disciplina en la atención a los pacientes: la Asistencia Social.
Diagnóstico y tratamiento
Durante buena parte de esta época siguió en vigor el sistema de clasificación de las enfermedades de Kraepelin, aunque con las incorporaciones obligadas de Bleuler, Krestchmer, Jaspers y Kurt Schneider. En torno a 1970, se introdujo en el Hospital Aita Menni el uso de una clasificación internacional, la CIE-8.
En relación con el tratamiento, los nuevos psicofármacos que se iban descubriendo se fueron incorporando progresivamente al arsenal terapéutico utilizado en el hospital. Tanto antidepresivos como ansiolíticos y fundamentalmente antipsicóticos se fueron aplicando para combatir los síntomas de las pacientes, obteniéndose en muchos casos resultados satisfactorios que permitieron el alta de las mismas o, al menos, una mejora sustancial en su calidad de vida, lo cual permitía, entre otras cosas, ocupar su tiempo en diversas actividades productivas.
De hecho, a raíz del fuerte desarrollo industrial de la comarca, surgieron oportunidades para que las pacientes realizaran trabajos de manufactura para empresas ubicadas en el entorno del hospital y así, en 1959, se puso en marcha un pequeño taller en el que unas pocas pacientes confeccionaban ropa de trabajo para una fábrica de Bergara. Este taller aumentó rápidamente su producción hasta contar con 38 máquinas de coser. En 1962 se abrió otro taller de punto que realizaba trabajos para una empresa de San Sebastián. Aunque inicialmente las pacientes mostraban cierta resistencia a participar en estos trabajos, pronto la superaron, tanto por el estímulo que constantemente recibían del personal asistencial como por el dinero que obtenían a cambio de su trabajo, lo que les permitía disponer de ingresos para sus gastos personales.
Entre 1968 y 1975 se montaron, en diferentes pabellones, los llamados talleres auxiliares en los que se hacían grapas, hebillas y cadenetas, moldes de resina, muñecos de espuma, envasado de bisagras, tirafondos, tornillos, etc. y en 1972 comenzaron a funcionar un taller de cartonaje y un taller de llaves que en la actualidad mantienen su actividad.