Juan Carlos Irizar conoce bien el poder de la música. Desde hace tiempo, propaga sus beneficiosos efectos en el entorno de Aita Menni. El director del coro de pacientes del hospital, también protagonista de muchos de los conciertos solidarios en favor del proyecto We are like you, se traslada ahora los viernes al Centro de Rehabilitación Psicosocial de Beasain para compartir dos horas de canto. Dos horas que se pasan volando, «pese a que suponen un gran esfuerzo para cualquiera, más para quienes conviven con la enfermedad mental», subrayan Marije Lizarraga e Intza Maiora, las monitoras del centro.
La música forma parte esencial de las actividades del CRPS de Beasain prácticamente desde su apertura en 2008. Siempre ha estado en agenda. Buen ejemplo es la representación de la zarzuela El Caserío, que realizaron en 2014. Pero, de algún modo, con la llegada del músico oñatiarra se ha ‘profesionalizado’ la mañana musical de los viernes.
El disfrute, principal objetivo
Superadas las reticencias iniciales, las 20 personas que acuden al centro (desde Tolosa, Beasain, Ordizia, Zumarraga, Urretxu, Legorreta y Legazpia) cada viernes cantan más a gusto. Disfrutar cantando es el principal objetivo. Y hay al menos dos personas usuarias que acompañan al coro con sus instrumentos: Ainhoa Ariznabarreta, con el txistu, e Imanol Dorronsoro, que decidió desempolvar su guitarra acústica.
El trabajo, la experiencia con pacientes y la formación musical de Juan Carlos Irizar, junto al hecho de que sea alguien ‘de fuera’ del centro, añaden un ‘plus’ a la actividad. «Se nota que es profesional. Y se deja la piel en cada sesión». A coro le agradecen también su buen hacer y su cariñosa actitud, a la vez que dicen medio en broma tener «un poco resentida la garganta, de tanto cantar». Solo hay que ver sus caras para darse cuenta de lo bien que se lo pasan en este rato.
En general cantar conlleva una satisfacción.«Ayuda incluso la postura», insisten las monitoras. Lo cierto es que entonar canciones en grupo resulta gratificante. Sin embargo la actividad va mucho más allá; dar rienda suelta a la propia voz tiene un efecto terapéutico para el ser humano.
Método cooperativo y casual
“Funciona porque es un método cooperativo, en el que cada cual tiene algo que enseñar”, dice Juan Carlos. “Les gusta mucho, trabajan de un modo distendido, casual. Sin forzar. Y poco a poco van aprendiendo técnica. Pero lo importante es el disfrute, del cuerpo y del alma. Cantan y quieren repetir». No hay duda de que disfrutan, incluso asumiendo retos. Prueba de ello es una sorpresa que preparan para el décimo aniversario del centro, que se celebrará en octubre.
«Vengo muy cómodo, con una ilusión tremenda de pasarlo bien cantando con personas a las que les encanta cantar», corrobora uno de los usuarios mientras el resto asiente. Coincide Juan Carlos en que es «una ilusión compartida». Tal vez por la conexión que se ha establecido entre coro y director. «Estoy muy orgulloso de ellos, siento muy cerca sus sentimientos; es como si les conociera de siempre», añade. Por el momento, las voces no se ubican por tonalidades, «ya habrá tiempo. Semana a semana el oído se va educando, no hay que tener prisa».
Canciones de los Beatles, de Itoitz, de Raphael… El repertorio es tan ameno y variado que hace la mañana muy atractiva, hasta el punto de que Begoña Dorronsoro –hermana del guitarrista- y su amiga Nekane Zufiaurre se han acercado a cantar con el coro algún viernes. “Vienen por el mero placer de cantar y acompañarnos. La dinámica es muy positiva y en el centro nos gusta dejar una puerta abierta a cualquier iniciativa que sea buena, que les hace bien a las personas usuarias”, explican Intza y Marije.
Con esta actitud y este ánimo, quedamos expectantes ante la sorpresa que preparan para octubre. Cualquier cosa es posible en el CRPS de Beasain.