Mabel Marijuán: «Los valores se construyen en cada buena actuación, no son una lista»

Mabel Marijuán subraya el valor de la ética en la primera sesión del plan de formación en identidad hospitalaria. La doctora en Medicina y profesora de Bioética de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) recordó que la hospitalidad es en nuestra institución el valor esencial e incidió en la importancia de la ética en toda actuación.

Asistentes a la charla de la doctora Mabel Marijuán

El pasado 8 de noviembre, y bajo el título “El valor de la ética”, se celebró la primera de las sesiones sobre bioética programadas dentro del actual plan de formación en identidad hospitalaria de nuestra institución. Mabel Marijuán, doctora en Medicina y profesora de Bioética en la UPV/EHU, se acercó hasta el aula docente del 8 para ayudarnos a reflexionar sobre la que definió como “la pregunta ética por excelencia”: ¿Qué debo hacer?

Ética en toda actuación

Mabel Marijuán ha colaborado en la puesta en marcha de varios comités de ética asistencial de diversos servicios sanitarios y sociales, entre ellos el Comité de Ética Asistencial del Hospital Aita Menni.

Durante su charla formativa, la doctora Marijuán recordó que la hospitalidad es en Hermanas Hospitalarias el valor esencial y que la verdadera hospitalidad no es nunca un valor instrumental, es decir algo valioso porque sirve para alcanzar otros bienes, sino un bien en sí misma. También señaló que los valores hospitalarios incluyen la ética en toda actuación, que se relaciona con la práctica, es decir que trata de este saber práctico y prudencial (no solo una parte de la filosofía). «Así la ética se relaciona con la promoción de los valores que guían cada una de nuestras elecciones o decisiones», explicó.

La declaración de Valores Hospitalarios recoge la expresión de la hospitalidad a través de ocho bienes (valores) que todas las personas que trabajan en nuestras instituciones tienen como guía y horizonte. La ética en toda actuación es una de ellas y atraviesa las demás porque trata sobre cómo hacer bien y actuar responsablemente en cada actuación que tengamos. Sobre cómo responder a la pregunta ¿»qué debo hacer”?, estos valores hospitalarios suponen promover desde y entre nosotros: la sensibilidad con las personas excluidas, preferentemente por la enfermedad o discapacidad psíquica; el servicio a personas enfermas y necesitadas; la acogida liberadora con calidez, paciente gratuidad, la más alta rehabilitación y cuidado con calor de hogar; la salud integral pues nos proponemos curar y cuidar; la calidad profesional mediante el rigor profesional, la eficiencia en la gestión, el trabajo en equipo, la adaptación de dispositivos y la permanente actualización; la humanidad en la atención pues nuestra atención es un encuentro humano que prioriza la dignidad de la persona; la conciencia histórica pues formamos parte de la historia hospitalaria y construimos su futuro y, por último, la ética en toda la actuación, que es el valor que ocupó la sesión.

Pero ¿cómo me aseguro de tener una actuación ética? «Atender hospitalariamente a una persona tiene que ver con promover el respeto, la autonomía de la persona, la solidaridad, la acogida al diferente, etc. De hecho, la mayor parte del tiempo sabemos lo que tenemos que hacer: aplicar los valores de la Institución. No siempre sabemos cómo preservar esos valores, y entonces debemos tomarnos el tiempo necesario. Porque para actuar éticamente hemos de responder responsablemente, hacernos cargo de lo que estamos haciendo, actuar con plena consciencia. Responsable viene del latín respondere y, como profesionales, damos respuesta, no nos escabullimos. Aunque nuestra respuesta deba ser informar o trasladar el problema a un estamento superior. “Los valores se construyen en cada buena actuación, no son una lista», dijo la ponente.

La doctora Mabel Marijuán

Tres maneras de solucionar

Para Mabel Marijuán las maneras de solucionar un conflicto son básicamente tres y si, por ejemplo, una de las personas que atendemos se niega a participar en una actividad terapéutica, solemos utilizar una de estas tres opciones:

  1. Autoridad: que decida la persona a la que hemos investido de autoridad, traspasándole el problema para que lo resuelva. «La obediencia que, en algunos periodos de nuestra historia se ha considerado un valor, nos lleva a desentendernos, a dejar o pedir que otras personas decidan», comentó.
  2. Negociación: negociaremos con el paciente para que vaya a la actividad. Para lo cual hay que ofrecer algo a cambio, siempre con la intención de ganar «porque no se negocia para empatar, siempre hay un ‘gana-pierde’ en el que no todo está permitido, si bien existe un margen bastante amplio», declaró.
  3. Deliberación: teniendo en cuenta la «ética en toda actuación», deliberaremos viendo cómo promover y no vulnerar los valores y empezaremos por conocer los hechos, comenzando por averiguar la causa, en este caso, de la negativa del paciente. «La ética se parece mucho a la clínica, no es tan diferente a cualquier actuación asistencial; hay que diagnosticar bien, dar un paso atrás y ver la anatomía, la forma y características del conflicto, entender lo que está pasando, sin prejuicios ni rumores. Hay que deliberar, llegar a acuerdos que no son lo que nosotros queremos sino lo mejor en esa situación, teniendo en cuenta los hechos y posibilidades reales. Esta manera de proceder va en contra de las prisas y de la falta de medios y no hay que preocuparse por tardar en la decisión porque la solución que se proponga cuando tengamos todos los datos será sin duda la más prudente y acorde a la situación», explicó.

 

La relación asistencial

La doctora Marijuán distinguió cuatro agentes principales en la relación asistencial: la persona enferma y su familia, el grupo de profesionales que prestan asistencia y el grupo de gestores de los recursos. Si para paciente y familia el valor de la autonomía cobra protagonismo, para el equipo profesional el valor básico es la no maleficencia: no hacer daño, evitar el daño, la iatrogenia. Las personas que gestionan, por su parte, deben procurar conducirse con justicia, ser eficientes, no discriminar, segregar ni marginar a nadie; dar a cada cual lo suyo. «En resumen, la buena práctica asistencial pasa por hacer bien mi trabajo, con los recursos adecuados, no ser una mera parte de una cadena, no dejar que la calidad de la atención baje ni que haya mala praxis. Hacemos el bien cada vez que apoyamos y respetamos el proyecto de vida de la persona enferma», concluyó, tras hacer referencia a la evolución de la ética y a su dimensión global, en la que surgen con fuerza en la actualidad valores como la sostenibilidad.