Es imposible devolverles todo lo que nos dan, pero al menos queríamos hacerles saber cuánto valoramos su labor y cuánto enriquece nuestra institución. El Hospital Aita Menni celebró el día 30 de junio la Jornada ‘Sed alegres en el servicio’ para reconocer el trabajo de nuestra red de voluntariado. Con palabras y pequeños detalles, desde el corazón, quisimos mostrar nuestro reconocimiento a cada una de las personas voluntarias y homenajear a quienes más tiempo llevan en distintos dispositivos de Aita Menni, por su cariño, entrega y dedicación.
«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó». (Lucas 10:25-37). Sor Monse Esparza, superiora de Hermanas Hospitalarias Aita Menni, citaba la parábola del buen samaritano para reconocer la labor callada de las 101 personas que conforman en la actualidad nuestra red de voluntariado.
Un día para conocernos y reconocernos. Día para homenajear. La jornada, celebrada en el Aquarium de Donostia-San Sebastian, fue inaugurada por el director del Hospital Aita Menni, Mikel Tellaeche, y por la concejala de Acción Social del Ayuntamiento de San Sebastián, Aitziber San Román, quien recordó a las personas voluntarias presentes que son un valor para toda la sociedad. Y día también para la formación, a través de la conferencia inaugural de Alejandro Florit.
Acción que transforma
El director de Identidad Hospitalaria de Hermanas Hospitalarias describió a quienes ejercen el voluntariado, a quienes hacen de ello un hábito y con el tiempo una virtud, como seres humanos «incapaces de mirar para otro lado; personas que necesitan dar una respuesta: el sufrimiento de los demás les toca el corazón«. Esta forma de «hacer el bien» conlleva habilidades, conocimiento y ética en la relación de ayuda, recalcó. Porque no vale cualquier respuesta de ayuda. Por fortuna, frente al modelo de vida materialista en el que el dinero se dice que nos da la felicidad, las personas voluntarias ven la vida de otra manera y encuentran un camino más directo y sencillo para ser felices.
Esta relación humana y humanizadora adquiere para el paciente o persona usuaria una dimensión muy gratificante, al sentir «que le importa a esa persona voluntaria», ya que viene a darle su tiempo y su cariño «porque quiere, no porque lo tiene que hacer, como es el caso de los profesionales que la atienden». «Ese efecto integrador, que disminuye el autoestigma, solo lo podéis conseguir vosotros y vosotras. Con vuestro voluntariado construis una sociedad más justa y equitativa». El servicio es uno de los valores de la Congregación, un valor que ha de ofrecerse según las necesidades de la persona que lo precisa. La alegría del servicio perpetúa la acción voluntaria, dijo.
Alejandro Florit quiso dar las gracias a este centenar de personas voluntarias por ser sensibles; por su respuesta solidaria ante el sufrimiento; por elegirnos y hacernos más grandes como institución; por mejorar la vida de las personas; por mejorar la sociedad; por demostrar que no es una utopía alcanzar la felicidad en un sentido diferente al que nos quieren vender. Por saber que lo más importante es ayudar a otra persona y por saber dar sentido tanto al éxito como al fracaso.
Efecto multiplicador
A continuación, Egoitz Zabala, maestro de ceremonia y responsable de esta red de Voluntariado del Hospital Aita Menni, dio paso a la primera mesa, en la que participaron: Itsaso Andueza, de Caritas Gipuzkoa; Divi García,de Cruz Roja; y Miren Gurrutxaga, de Gizalde. Estas tres mujeres, desde la gestión del voluntariado en sus respectivas entidades (700 persona solo en Gipuzkoa ne el caso de Caritas), redundaron en la importancia de «dar peces pero también enseñar a pescar», es decir, de concebir el voluntariado como un apoyo a las personas que lo necesitan a dentro de un proceso en el que ellas son las protagonistas.
Las palabras ‘dignidad’ y ‘escucha’ ocuparon parte del coloquio «porque hay muchas personas solas, heridas, rotas, excluidas». La pregunta «¿mi labor como persona voluntaria sirve para algo?» volvió a obtener la misma respuesta: tener a alguien a quien contarle las cosas, con quien mantener una conversación normalizada, que ofrezca compañía, con quien jugar al parchís, por ejemplo, ya es mucho. Hoy, que la soledad se ha convertido en un grave problema, las personas que reciben este cariño lo agradecen de forma muy especial. Macarena Aspiunza, psicóloga responsable del Servicio de Rehabilitación y Dinamización Social de Aita Menni, remarcó el «efecto positivo, la importancia de esta labor, en las personas con enfermedad mental y discapacidad intelectual, personas que se han visto rechazadas tantas veces«.
Toca a las distintas entidades motivar a sus personas voluntarias, reconocerles su valor, alentarlas incluso si sus motivaciones son egoístas, fue la conclusión. Tal y como relatan las personas voluntarias que aparecen en este vídeo, tras por lo general un comienzo difícil, todas dicen recibir más de lo que dan. Compartir la fragilidad humana, ser voluntario o voluntaria engancha, incluso es contagioso. En esta nuestra red solidaria son numerosos los casos en los que varios miembros de la familia ejercen el voluntariado. Hermanas Hospitalarias cuenta con 800 personas voluntarias en 21 centros.
Caminar con los ojos abiertos
A continuación conocimos la experiencia de 5 personas que «caminan con los ojos abiertos», en palabras de Egoitz Zabala, y que forman parte de nuestro voluntariado.
Amaya Ribera, voluntaria en la Unidad de Psiquiatría Legal (UPL) desde hace 1,5 años, «trata de ponerse en su lugar» y describe la relación con el enfermo al que ayuda como una relación de confianza. «Es más lo que he recibido de ellos que lo que les he podido dar», remarca por su trayectoria como voluntaria.
Roberto Pozo, voluntario en la UPL desde hace 6 meses, reconoce -como se ha escuchado repetidas veces a lo largo de la mañana- ese miedo a «cubrir», las expectativas de la persona a la que apoya, «alguien que poco a poco vas viendo que es una persona normal. Y aunque suene egoísta, personalmente a mí esto me viene de maravilla».
Begoña Arana lleva 15 años de voluntaria acompañando a pacientes en el HAM; reconoce recibir a cambio «un cariño terrible» y anima a las personas jóvenes a tomar el relevo.
Mati Sánchez recuerda que algo tan sencillo que se les ocurrió como pintarles las uñas a las abuelas mayores en la Residencia Joxe Miel Barandiaran de Durango puede hacerlas muy felices; tanto como ella se siente al ver que su hijo Jon ha decidido también ser voluntario. «Es la mejor herencia que les podemos dejar», declara con orgullo.
Eli Cañón, tras 13 años como voluntaria en la Residencia de Durango, remarca que la manera de convencer a otras personas es el ejemplo. Su hijo forma parte igualmente de nuestra red de voluntariado. «Porque el voluntariado es acoger y sentir acogida; muestra una dimensión más grande de la persona. Y te hace sentir bien», coincide.
El homenaje
Tras los calurosos aplausos por compartir estas cinco experiencias, el homenaje a las personas voluntarias que más años llevan en Aita Menni puso el colofón a la jornada. Merecieron esta distinción especial Serapia Aranzabal -la más veterana, tras 17 años de voluntariado-, Javier Eraña, Arantza Zabala, Mertxe Aranburu, Begoña Arana, Aranzazu Galdós, María Izaskun Jauregui, María Luisa Ayastui, María Pilar Macazaga, Begoña Aiastui y Eli Cañón. También se homenajeó “in memoriam” a Jabier Etxebarria, fallecido el año pasado, esposo de Isabel Pérez, otra de nuestras voluntarias. La diputada de Políticas Sociales de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Maite Peña, ayudada por la directora médica de Aita Menni, Maika Palacios, y la directora de Enfermería, Irune Gallarraga, les hizo entrega de un ramo de flores y una muñeca inspirada en Liberia realizada en nuestro taller de reciclaje de papel.
La diputada resaltó el papel que juegan las personas voluntarias en la construcción de una Gipuzkoa inclusiva, que afronta retos como el envejecimiento de la población. Reconoció la labor de este colectivo «en el que cada cual da desde su perspectiva y con sus cualidades», haciendo de Gipuzkoa «un territorio solidario, formado por gente solidaria». Tras felicitarles por haber tomado esta decisión de querer hacer algo por los demás, un dantzari les bailó un aurrezku de honor.
«Eskerrik asko por este día», finalizó Egoitz Zabala, sabed que «sois importantes en la vida de la institución y también en la nuestra».