El snoezelen en la intervención en personas con autismo
Cada vez adquiere más fuerza el postulado de que el autismo es un desorden sensorial de gran impacto, ya que las áreas más afectadas en el autismo están fuertemente relacionadas con aspectos ligados al procesamiento sensorial. Según algunos estudios se estima que entre el 60 y el 95% de las personas con autismo presentan alteraciones de este tipo.
Dichos déficits entran dentro del concepto ‘trastorno del procesamiento sensorial’ (TPS), y es frecuentemente la causa de problemas de aprendizaje, conducta y coordinación motriz. El TPS, así mismo, puede afectar a las relaciones sociales, al desarrollo de las pautas de juego, habilidades de cuidado y autonomía personal y a la comunicación.
La Dra. Jean Ayres, terapeuta ocupacional estadounidense, fue la primera en describir un conjunto de conductas atípicas relacionadas con un procesamiento sensorial deficiente. Esta disfunción en la integración sensorial puede explicar por qué algunas personas tienen problemas para aprender nuevas habilidades, para autoorganizarse, regular su atención, participar en las actividades y juegos o en experiencias sociales positivas.
El TPS es un trastorno complejo del cerebro que afecta la manera en que se experimentan las sensaciones (vista, sonido, tacto, olfato, gusto y movimiento) y a su organización dentro de un comportamiento. Por ejemplo, algunas personas usuarias de nuestra Unidad de Discapacidad Intelectual y Autismo se sienten bombardeadas por la información sensorial y la evitan. Otras, al contrario, parece que no se dieran cuenta de los estímulos que les rodean y se muestran indiferentes. Esto provoca que, ya sea por exceso o por defecto, la información no se procesa de forma adecuada y la respuesta es por tanto incorrecta.
Autismo, no aislamiento
Durante mucho tiempo se asoció el autismo al aislamiento, a la carencia de respuesta ante estímulos. Hoy sabemos que autismo no significa aislamiento, sino todo lo contrario. No obstante, podemos ver cómo a mayor cantidad e intensidad de sentidos afectados, mayores serán las dificultades, pero eso no significa que estos aspectos no puedan ser abordados y, con una adecuada intervención, eliminados o atenuados.
Los trastornos de comunicación y lenguaje son algunos de los aspectos más rápidamente detectables, junto con el de conducta y baja interacción social. Curiosamente el lenguaje es sensorial y motriz, y en el autismo la recepción y procesamiento de los estímulos visuales y auditivos del lenguaje no se procesan de forma adecuada. Estos problemas de comunicación infieren directamente en la conducta. A su vez, muchos otros problemas de conducta típicos en personas con autismo también tienen un origen puramente sensorial: se tapan los oídos por un determinado sonido o se dan procesos de ansiedad ante cambios de ropa o ambiente.
Este tipo de situaciones generan estados de ansiedad, que, sumados a los problemas de comunicación, llevan a una situación conductual muy compleja y generalmente problemática. Esto no significa que el 100% de los problemas de conducta tengan un origen sensorial, pero sí un porcentaje significativo. Y también en muchos casos, pueden ser un detonante.
A su vez, muchas estereotipias tienen un fuerte componente sensorial, se usan como un estabilizador o regulador, en algunos casos para controlar hiperestímulos, en otros -como los balanceos- para mejorar la sensación espacial o corporal. El caminar de puntillas es otra estereotipia que tiene mucho de sensorial, desde aspectos visuales a los vestibulares. En lo vestibular, podemos ver también como personas hipersensibles a los estímulos vestibulares presentan conductas problemáticas para bajar escaleras o lo harán siempre agarradas a las barandillas o de la mano de alguien. Y en el lado contrario estarán aquellas con hiposensibilidad vestibular, que buscarán por todos los medios un alto nivel de excitación, como por ejemplo girando sobre sí mismas.
Los aspectos sensoriales abarcan una gran cantidad de interacciones, y por tanto, ante una alteración de los mismos, los problemas que se generan pueden conllevar que se desarrollen otros problemas. Los desórdenes sensoriales requieren de intervenciones específicas dirigidas a mejorar la integración de los diversos estímulos así como la minimización de ‘conductas problema’ asociados a dichas dificultades.
Bienestar a través de la exploración sensorial
El concepto «snoezelen» se practica en todo el mundo y parte de la unión de dos términos holandeses que significan «impregnarse» y «soñar». Desde su origen, se ha convertido en un instrumento ejemplar para tratar a la persona con autismo, ya que a través de su empleo se consigue una gran evolución del aprendizaje y una mejor relación con el mundo que le rodea.
Desarrollado a mediados de la década de 1970, el MSE (Multisensory Environment)/Snoezelen se guía por la aplicación de principios éticos para enriquecer la calidad de vida. Este enfoque compartido tiene aplicaciones en el ocio, la terapia y la educación, y tiene lugar en un espacio dedicado adecuado para todas las personas, en particular los que tienen necesidades especiales, como el autismo.
Ha sido durante los años 90 cuando este trabajo se ha difundido ampliamente a diferentes ámbitos: científico, terapéutico y de ocio. En España, es a partir del año 2000 cuando empieza el contacto con el mundo snoezelen y poco a poco se van ampliando los servicios y variando las aplicaciones que puede dar de sí esta forma de trabajar.
En la Unidad de Discapacidad Intelectual y Autismo con alteraciones de conducta del Hospital Aita Menni, se ha llevado una sesión de formación realizada por Janire Rojas, miembro de ISNA (International Snoezelen Association profesional), a fin de comenzar a poner en práctica dicha intervención en la unidad a lo largo del 2019.
La formación ha ido dirigida a desarrollar estrategias para poder proporcionar a las personas con autismo estímulos sensoriales que les faciliten una sensación de bienestar a partir de la estimulación o la relajación de los sentidos. Para ello se elabora el perfil sensorial individual, que permita facilitar la comunicación y la aparición de conductas más adaptativas en este colectivo.