Durango es una isla pirata
Durango no tiene mar, pero tiene un barco con una tripulación temible: los piratas de la Residencia y el Centro de Día de mayores Joxe Miel Barandiaran.Este año, elegimos disfrazarnos de piratas para el Martes de Carnaval, y decorar la Residencia y el Centro de Día con motivos inspirados en el mundo de los bucaneros.
En las sesiones de manualidades fuimos elaborando las piezas que iban a componer el disfraz: pañuelos y fajines rojos y blancos, parches para el ojo –un pirata con dos ojos es menos pirata–, pegatinas de calaveras y los sables. Pero no puede haber tripulación pirata sin barco, y nos pusimos manos a la obra para construir un navío al que no le faltaba detalle: la bandera negra con la calavera y las tibias, el ancla en la proa, los retratos de temibles piratas en su borda y hasta un loro multicolor.
Las sesiones de fotos a bordo fueron de lo más divertido, aunque hubo varios motines que tuvieron que resolverse peleando a sable desnudo y echando por la borda a los tiburones a algunas y algunos que querían hacerse con el mando.
Por la tarde, recibimos la visita de las voluntarias y voluntarios, que también llevaban atuendos de piratas. Había que recobrar fuerzas –la humedad y el salitre castigan lo suyo–, así que dejamos a un lado la aburrida dieta de carne en salmuera, galletas y ron, y nos merendamos unas riquísimas tostadas de carnaval, recién hechas y con su canela.
Y una vez satisfecho el hambre, fiesta, que la singladura hasta el Carnaval había durado un año y estábamos ya aburridos de ver agua y más agua. En la taberna de la Residencia comenzó a sonar la música y nos lanzamos a bailar y a cantar hasta que casi se nos hizo de día.
¡Lo pasamos de lujo! Lástima que ahora haya que volver a subirse al barco y seguir otros rumbos, pero el año que viene nos volveremos a encontrar en esta isla… o en alguna otra.
¡Buena travesía!