«Hace años, la adicción a las drogas no se consideraba un trastorno sino un vicio. Por esta razón, entre otras, la red de asistencia sanitaria y la de atención a las drogodependencias no se coordinaban. Desde la comorbilidad con el VIH las cosas han cambiado. Hoy sabemos que el consumo de opiáceos, cannabis, alcohol y otras substancias tiene un efecto negativo en la enfermedad mental; un gran porcentaje de personas con enfermedad mental grave recaen e ingresan de nuevo porque han vuelto a consumir. El problema es encontrar el equilibrio entre los programas de atención psiquiátrica de puertas abiertas y la abstinencia».
Entre otras, estas fueron algunas de las reflexiones que se verbalizaron en la sesión clínica que celebramos el pasado lunes día 2. La doctora Eglee Castillo y la psicóloga Ana Isabel Domínguez, ambas profesionales del Hospital Aita Menni, analizaron la relación que existe entre la enfermedad mental y la adicción a las drogas, y el impacto de esta comorbilidad en nuestras unidades de larga y media estancia en el año 2018.
En el campo de la salud mental, según Sociedad Española de Patología Dual, la patología dual es la denominación aplicada a aquellas personas que sufren de forma simultánea o a lo largo del ciclo vital de una adicción y otro trastorno mental.
La comorbilidad también implica interacciones
La comorbilidad o coexistencia en la misma persona de un trastorno inducido por el consumo de una sustancia psicoactiva y de un trastorno psiquiátrico también implica interacciones entre ambos, que afectan su curso y su pronóstico. La relación etiológica que subyace a estos trastornos concurrentes no es totalmente clara, puesto que intervienen factores genéticos, neurobiológicos, epigenéticos y medioambientales que contribuyen a su desarrollo. Entre las explicaciones sobre la comorbilidad se encontraría la hipótesis de la ‘automedicación’, es decir, los pacientes psicóticos deciden tomar ciertas sustancias para minimizar la sintomatología o al menos calmar su malestar.
La adicción a las drogas es una enfermedad mental-cerebral compleja caracterizada por el deseo compulsivo, a veces incontrolable, de la droga, la búsqueda y el uso a pesar de consecuencias devastadoras. La abstinencia, el deseo de consumo (craving), la tolerancia y el descuido de las actividades son indicadores de diagnóstico. El DSM-V considera que las adicciones pueden ser a sustancias integradas en nuestra cultura -como el tabaco, las xantinas (café, por ejemplo), el alcohol, los analgésicos-, o a aquellas no integradas, como el cannabis, los estimulantes (cocaína, anfetaminas, etc.) y los opioides. También incorpora adicciones comportamentales como la ludopatía. Intoxicación, abstinencia y la inducción de otros trastornos (depresión, psicosis…) además del propio trastorno por consumo y los trastornos coexistentes son causa de diagnóstico.
Complejidad y alta prevalencia
Ana I. Domínguez repasó la literatura sobre la patología dual así como distintos aspectos sobre el abordaje y recursos de la red asistencial. Durante la ponencia, se subrayó que la importancia de la patología dual de los trastornos mentales en consumidores de sustancias radica en su alta prevalencia, su gravedad clínica y social, su difícil manejo y su asociación con malos resultados debido a que:
• muestran más urgencias hospitalarias psiquiátricas, mayor tasa de hospitalización y mayor prevalencia de suicidio que aquellos sin trastornos mentales comórbidos
• presentan mayor mortalidad que la población general y peor pronóstico
• mayor complejidad en el diagnóstico y en el tratamiento
Los datos de prevalencia varían según el escenario en que se mida (población general, hospitales generales, centros de salud mental, centros de atención a drogodependencia…). Varios estudios apuntan que, en comparación con la población general, las personas con trastornos psicóticos graves tienen un mayor riesgo de fumar, de beber alcohol de manera intensiva y de consumir drogas ilegales.
En el análisis realizado por Castillo y Domínguez en nuestras unidades de UME, ULE y AR2 en el año 2018 la prevalencia es muy elevada. De 171 pacientes psiquiátricos ingresados -(54 mujeres y 117 varones), con una media de 45 años y la esquizofrenia como diagnóstico principal-, 109 (99 varones y 8 mujeres) reúnen las características del concepto de trastorno por uso de sustancias (TUS).
Dificultades en la salida del HAM
¿De qué manera influye el diagnóstico de TUS en las personas que atendemos? ¿Cómo podemos abordarlo mejor? El Hospital Aita Menni ofrece tratamiento integral a las personas con enfermedad mental grave; tras las reflexiones de la doctora Eglee Castillo, con gran conocimiento del mundo de las drogadicciones por su experiencia laboral anterior en las fundaciones Gizakia y Etorkintza, se abrió un debate entre los profesionales del centro para intentar dar respuesta a preguntas como estas. El sentir general es que hay que seguir incidiendo en los controles mediante análisis para detectar el consumo y, sobre todo, en acciones psicoeducativas para prevenirlo: que los pacientes puedan tener un mayor control del craving, especialmente al alta (cuando han logrado una estabilidad psicopatológica) y puedan evitar la alta probabilidad de recaídas, una de las mayores consecuencias del abuso de los estupefacientes.