Las caídas constituyen un Importante problema de salud debido a las consecuencias que acarrean: hematomas, contusiones, heridas, fracturas, etc.
En el Hospital Aita Menni, por las características de sus pacientes (edad avanzada, deterioro cognitivo, problemas psiquiátricos…), se produce anualmente un número considerable de caídas. Se da la circunstancia de que alrededor del 5% de los pacientes acumulan la mitad de estas caídas. Entre un 1 y un 5 % de las caídas requieren traslado hospitalario y entre un 1% y un 2%, ingreso hospitalario.
Objetivo: reducir el riesgo
El abordaje de las caídas es complejo, suele requerir intervención física, revisión de la medicación y, en ocasiones, cambios en el entorno. Por tanto, cualquier intervención efectiva destinada a reducir el riesgo de caídas de nuestros pacientes puede resultar de interés para el Hospital Aita Menni. Los programas de entrenamiento que trabajan específicamente la fuerza, además de la resistencia, el equilibrio y la flexibilidad (entrenamiento multicomponente) han demostrado mejoras evidentes en la capacidad funcional del paciente frágil. Por otro lado, uno de los nuevos requisitos de Sanidad es que exista un plan para la prevención de caídas. Con el objetivo pues de reducir el riesgo de caídas, se comenzó en 2017 el programa piloto ‘Ejercicio físico para la prevención de caídas’ desarrollado en el Área de Larga Estancia B: Unidades Aranzazu 1 y 2 y San Juan de Dios. El doctor Eloi Nin, especialista en Medicina Física y Rehabilitación, y la enfermera Eva Cobos coordinadores del programa, quisieron compartir en sesión clínica con el resto de profesionales del centro sus impresiones sobre los resultados obtenidos.
Valoración inicial, conformación de grupos, programa individualizado y valoración final
«El ejercicio físico es la mejor intervención para retrasar la discapacidad», aseveró el doctor Nin. Tras aplicar diferentes escalas de valoración a los 159 pacientes de ALE B, se determinó que 36 podían participar en este programa de ejercicio físico multicomponente, que consta de ejercicios de fuerza, resistencia cardiovascular, equilibrio y flexibilidad (ej. subir escaleras o levantarse de la silla con peso, caminar en la cinta de marcha, pedalear en bicis estáticas, andar sobre un colchón de espuma o una línea recta con un pie detrás de otro, etc.). Se establecieron grupos de 4 pacientes que participaron en 3 sesiones semanales de ejercicio físico de 60 minutos de duración, durante 4 meses.
Para la puesta en marcha del programa se abrió una línea de colaboración con el Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (IVEF) de la UPV-EHU. Un alumno en prácticas dirigió la actividad, siempre bajo las directrices del doctor Nin y acompañado por un auxiliar de enfermería que ayudaba en la ejecución de los ejercicios. Finalmente se beneficiaron del programa 17 pacientes. Y si bien no existen estudios sobre la aplicación de un programa de ejercicio multicomponente en pacientes con enfermedad mental grave que nos sirvan de referente; a pesar de la dificultad de adherencia al programa de algunos de estos pacientes, y de que en el análisis de resultados no se ha objetivado una mejora cuantitativa en la valoración de las escalas de equilibrio, en general existe un alto grado de satisfacción por parte de los pacientes, aseguran los coordinadores. Hay además otros muchos puntos a favor: una evolutiva favorable a nivel físico, la germinación de la cultura del deporte en ALE B, la colaboración de gran parte de los pacientes, el buen enganche con el estudiante, la continuación del acuerdo con IVEF, la ubicación de la actividad en el gimnasio central, los materiales utilizados…
En general, tal y como expuso Eva Cobos, tras el visionado de algunas entrevistas con pacientes, y tal y como se observó en el coloquio tras la sesión, aunque no se ha podido realizar una medición rigurosa para constatar una disminución de las caídas, la mayoría de las personas que han participado están satisfechas y dispuestas a participar de nuevo en programas de actividad física.