Hablamos sobre la memoria, sus trastornos y cómo afrontarlos
¿Qué es la memoria? ¿Cuál es su funcionamiento? ¿Por qué sufre alteraciones? ¿Cómo afectan éstas a las personas que las sufren y quienes conviven con ellas? El psiquiatra de Hermanas Hospitalarias Aita Menni y director de la Red Menni de Daño Cerebral, el doctor José Ignacio Quemada, ofreció una conferencia el pasado 22 de mayo en la sede del Colegio de Médicos de Bizkaia sobre la memoria, sus trastornos y cómo afrontarlos. Su disertación recogió literatura actualizada sobre la memoria y sus alteraciones, así como algunas recomendaciones para preservarla en lo posible.
La memoria abarca múltiples procesos cognitivos
Tras la presentación por parte del doctor Jesús Orbe, vocal de Médicos Jubilados del Colegio de Médicos de Bizkaia, nuestro ponente explicó a la nutrida audiencia médica que el concepto de memoria abarca un complejo grupo de procesos cognitivos que interactúan entre sí permitiendo a las personas almacenar, retener y acceder a los recuerdos. Que la memoria, bien sea episódica y autobiográfica (recuerdo de eventos), semántica (palabras y conocimientos generales) o prospectiva (la que nos recuerda llevar a cabo tareas), juega un papel fundamental en la conformación de nuestras experiencias de vida, nuestras emociones, nuestra identidad y la manera en que interactuamos con el mundo. “Es el pegamento que mantiene unidos nuestros pensamientos, impresiones y experiencias. Sin ella, el pasado y el futuro pierden sentido, al igual que la autoconciencia”, dijo en palabras de Hans J. Markowitsch, a las que añadió que la memoria humana siempre está incorporando nuevos datos y que está llena de errores.
Trastornos de la memoria
La disertación del Dr. Quemada recogió literatura actualizada sobre la memoria y sus alteraciones, entre las que destacó:
- Enfermedad de Alzheimer (EA): es un deterioro cognitivo que se inicia normalmente con problemas de memoria reciente o de lenguaje. La atención, las funciones ejecutivas y la orientación temporal y topográfica también se ven afectadas. La psicopatología del alzheimer puede aparejar depresión, apatía, aislamiento social y cambios de humor.
- Amnesia postraumática (AP) y blackout (apagón) por consumo de alcohol. La AP ocurre tras un traumatismo craneoencefálico; se caracteriza por una amnesia anterógrada (incapacidad de formar nuevos recuerdos) y por problemas atencionales. Los blackouts alcohólicos resultan en vacíos de memoria de los eventos que ocurrieron mientras la persona estaba intoxicada, sin pérdida de conciencia.
- Síndrome de Korsakoff: este un trastorno cerebral grave está provocado por un déficit de tiamina (B1) y en numerosos casos se asocia al abuso crónico de alcohol; se caracteriza por pérdida de memoria anterógrada y retrógrada (previa a la lesión), junto con confabulaciones y ausencia de conciencia.
- Amnesia retrógrada focal: muy poco prevalente y suele ser secundaria a traumatismos craneales, encefalitis herpéticas. Afecta a la memoria remota, tanto episódica como semántica, y curiosamente la memoria anterógrada se preserva.
- Paramnesias: incluyen falsos recuerdos y experiencias de déjà vu persistente, y pueden estar acompañadas de delirios como el síndrome de Capgras (los pacientes creen que personas conocidas han sido suplantadas por impostores).
Estrategias de afrontamiento
José Ignacio Quemada apuntó algunas estrategias prácticas para gestionar los trastornos de memoria. Para empezar, resulta de gran importancia conocer cuál es el tipo de trastorno de memoria y si hay otros procesos cognitivos afectados. También es importante evaluar si la persona tiene conciencia del problema, el impacto funcional que le causa y el efecto en el entorno familiar.
Debemos separar nuestras necesidades de las necesidades del paciente y fomentar un entorno de apoyo y comprensión. Ha de hacerse una labor de psicoeducación con el paciente y su familia porque hay que adaptarse y aceptar lo que no puede cambiarse. Repetir constantemente frases como “ya te lo he dicho” o “¿sabes quién soy?” no ayuda. “Con el paso del tiempo es normal tener arrugas, perder fuerza. También tener fallos de memoria ―declaró Quemada―. La memoria nos empeora con la edad, pero nos adaptamos utilizando sentido común, inteligencia y tecnología”. El ponente señaló la utilidad de herramientas que ayudan tanto a personas enfermas como sanas: las rutinas (ej. dejar siempre las llaves en el mismo lugar), el teléfono móvil (alarmas o alertas que nos recuerdan eventos) o cambios en el entorno (ej. colores para diferentes espacios, fotos con los contenidos del cajón, instrucciones de la TV pegados al mando). “Se puede vivir muy bien con una memoria que falla, si el resto de procesos cognitivos y emocionales se mantienen. Como profesionales de la medicina tenemos que preguntar ‘¿Usted qué necesita?, ¿qué le hace sufrir a usted y a la familia?’”.
¿Se puede ejercitar la memoria?
El doctor puso fin a su exposición dando una mala noticia: “La memoria no es un músculo, no se fortalece haciendo sudokus o ejercicios mnemotécnicos. Lo que quizá se pueda entrenar es la atención y la resolución de problemas”, concluyó, dando paso a un animado turno de preguntas en el que surgieron cuestiones sobre la relación entre capacidad intelectual, reserva cognitiva y memoria, la posibilidad de neurogénesis en el adulto (tratamiento para la generación de nuevas neuronas a partir de células madre) o sobre si la afectación de los trastornos afectivos y emocionales sobre la memoria es reversible. La respuesta a esta última pregunta fue afirmativa, no así a la cuestión de si se generalizan las mejoras en memoria cotidiana en respuesta al trabajo con ejercicios de memoria. “Puedes aprenderte el Corán, pero eso no mejora tu memoria cotidiana”. Es mucho más efectivo para la salud cerebral hacer ejercicio físico asiduamente, llevar una alimentación y una hidratación adecuadas, mantener una buena calidad de sueño (tratar los problemas de sueño si los hay) y procurar tener relaciones humanas gratificantes”, aseguró nuestro experto.