María Braz es una de esas personas que todo el mundo conoce en Aita Menni. Y también todo un ejemplo de fuerza, tesón y ganas de vivir. Cose en el taller de lavandería del hospital, cocina en el piso comunitario que comparte con otras cinco pacientes y, además, saca tiempo y ganas para apoyar el Comercio Justo como dependienta en la tienda de Harreman.
Ingresó en el Hospital en el año 1989 y la vuelta a la comunidad no fue posible por diferentes razones. Actualmente, y desde hace ya varios años, convive en un piso en Arrasate junto con cinco compañeras realizando una vida cotidiana completamente normalizada.
En estos años nunca ha dejado de recibir el cariño de sus tres hijos; a pesar de que por la distancia geográfica normalmente queda para comer y pasar el día con uno de ellos, ya que es el que vive más cerca. El móvil ayuda mucho a mantener el contacto, ahí lleva las fotos de sus dos nietos, de los que presume, como buena abuela.
María comenta que saca la energía de todo ese apoyo que recibe: «Hoy puedes estar bien, mañana mal, pero hay que vivir el día a día y ponerle ganas». Salta a la vista que María hace mucho por estar bien; y llama la atención lo coqueta que es, la facilidad con la que sonríen sus ojos. Lleva once años viviendo en un piso compartido, donde «hay piques a veces, pero bueno, se trata de ceder un poquito». Hacia las diez de la mañana el transporte del centro la acerca al hospital. Allí permanece hasta la una cosiendo en el taller textil. Le gusta coser junto con su compañera de piso y también poder ganar un dinerillo por ese trabajo. Luego, junto con sus compañeras, vuelve a casa. Le encanta cocinar, «de todo» pero vigila el peso y la salud.
Apoyo al comercio justo
Un martes de cada dos, María cambia el lavadero por el espacio comercial que Eroski ha cedido a la ONG Harreman en su hipermercado de Arrasate. Junto con otra voluntaria, Pilar Makazaga, atiende a las personas que se acercan a comprar. «Yo no les digo nada a los clientes. Solo si me preguntan. Pero el café es muy bueno, el chocolate, y el té… El jabón huele de maravilla. También hay cuadros, camisetas…».
Criterios sociales y ambientales. Consumo responsable, salarios justos, igualdad de género, producción orgánica. Los productos proceden de África y Latinoamérica. El trabajo de María consiste en atender, cobrar y apuntar todos los artículos vendidos. Nunca había trabajado en ningún comercio. Poco a poco va aprendiendo a gestionar la caja y el ordenador prestando mucha atención, con cuidado. «Pero bien».
Sensibilizada con los problemas del Tercer Mundo y muy respetuosa con los demás, María es «superpuntual», procura ser lo más eficiente posible y se siente orgullosa de poder ayudar. «Siempre he tenido conciencia pero no había tenido ocasión. Vine a acompañar a una amiga a la que le ofrecieron colaborar como voluntaria en la tienda y al final fui yo la que decidió que quería probar, aprovechar la oportunidad».
Para desplazarse hasta la tienda utiliza el transporte público de Arrasate y, al final de la jornada, regresa junto con su compañera Pili. Está muy contenta con la labor que está desempeñando donde se siente valorada y respetada por su entorno.
Finalmente Maria comenta que esta experiencia es muy aconsejable para todas aquellas personas con inquietudes de ayuda a los demás. “Desde que realizo esta actividad, mi vida cotidiana se ha enriquecido de forma importante, conozco gente nueva con la que me relaciono y disfruto, cambia la rutina de la semana y todo ello me ayuda a ser un poco más feliz”.
“Además en breve nos vamos de vacaciones y, a diferencia de otros años, en esta ocasión nos vamos a pasar una semana a Laredo (Cantabria). Es la primera vez que visitamos este destino ya que siempre nos hemos desplazado a la costa mediterránea”. La verdad es que con la buena disposición que siempre demuestra, acompañe o no acompañe el tiempo, María, sin duda, lo pasará fenomenal.