«¿Me he tomado la pastilla?» La solución para evitar olvidos, para tener la certeza de haberlo hecho, o saber si lo ha recordado la persona a la que cuidamos, puede venir de la colaboración entre profesionales de la ingeniería y la salud.
El 25% de la población es mayor de 65 años y toma 7 fármacos diarios. Pensando sobre todo en las personas mayores que viven solas y necesitan administrarse la medicación (más de 2 millones mayores de 65 años en España, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología), un grupo de profesionales de la ingeniería electrónica ha creado un sencillo aparato capaz de recordar y dispensar cada toma.
Este equipo, compuesto por Román Vilares, Miren Álvarez, Javier Alonso y Nagore Sagastibeltza, ha constituido la empresa Inbizi, Ingeniería para la vida, para producir, entre otros productos, este pastillero automático. Para presentarnos el prototipo, se acercaron hasta Mondragón el pasado día 18, acompañados del profesor César Pérez.
La sesión despertó gran interés entre los equipos multidisciplinares de Aita Menni, siempre atentos a los avances tecnológicos y a la innovación tecnológica en el ámbito sociosanitario. Por su parte, los inventores de este pastillero 4.0 tomaron buena nota de las ideas de mejora aportadas por la experiencia y conocimiento de nuestros profesionales de la psicología, la medicina, la farmacia o la enfermería.
Ingeniería biomédica
Mayor autonomía, más autoestima para las personas con problemas cognitivos; más paz y tranquilidad para las familias. De ahí su reconfortante nombre hebreo: Noa. Fabricado para tres ingestas al día, 7 días a la semana, pero adaptable a las necesidades de la persona enferma, Noa no será el único pastillero automático que podrá encontrarse en el mercado. Pero sí podría llegar a ser el más popular, debido a sus características.
«Ha costado mucho que sea sencillo», aseguran sus inventores. Con un aspecto parecido a una cafetera, este pequeño robot con conectividad está programado para avisar mediante una alarma sonora y luminosa a la persona usuaria, y dispensarle la pastilla prescrita. Si pasada una franja horaria no es retirada la medicación, el sistema la guarda en un depósito inaccesible y envía un mensaje a quien cuida a la persona para que pueda comprobar cómo se están realizando las tomas. De este modo se evitan no solo los olvidos sino que la persona enferma tome más dosis de la recomendada.
El abaratamiento de los microprocesadores, el acceso a código abierto y la impresión en 3D (no lleva ni un solo rodamiento) hacen posible que este ‘electrodomédico’, que también dispone de batería por si falta el suministro a la red, pueda comercializarse en un futuro a un precio mucho más asequible que el resto de los pastilleros electrónicos que se comercializan actualmente.
Noa, concebido en un principio para uso doméstico, podrá adaptarse en un futuro a estructuras más grandes. La iniciativa ha contado, entre otros, con el apoyo de la Escuela de Ingeniería de Bilbao y de la Diputación Foral de Bizkaia. Desde aquí le deseamos toda la suerte.