El valor del empleo protegido para las personas con DCA. El ejemplo de Dani y Juan Carlos
Hay mucha vida y mucho por hacer después de un daño cerebral. Dani y Juan Carlos son dos ejemplos de ello. Los dos fueron marineros en Bermeo; los dos tuvieron que cambiar de rumbo debido al daño cerebral.
Trabajando ya como encofrador, Dani sufrió un traumatismo craneoencefálico muy severo debido a una caída desde 15 metros de altura. A Juancar le sobrevino un ictus muy grave. Ambos tuvieron la oportunidad de entrar en un centro de día de daño cerebral del Instituto Foral de Asistencia Social (IFAS), de la Diputación Foral de Bizkaia. El centro de día les proporcionó durante un largo periodo la estructura adecuada para organizar su tiempo, estar estimulados y mantener relaciones sociales. Los centros de día del IFAS, donde prestan sus servicios terapeutas especializados en daño cerebral del Hospital Aita Menni, además proporcionan a los usuarios apoyo psicológico para ir adaptándose y aceptando sus secuelas, y ajustar sus expectativas de acuerdo a los cambios experimentados.
Reinserción de la mano del taller ocupacional
Aconsejados por el equipo terapéutico, tanto Dani como Juan Carlos comenzaron a trabajar en los talleres de Lantegi Batuak en Gernika. Durante su estancia en el centro de día, habían participado en grupos de actividad prelaboral y de habilidades sociales, con el fin de potenciar sus capacidades para poder acceder a un taller ocupacional.
Dani vive con su mujer y es padre de dos hijos, de 25 y 19 años. Juan Carlos vive solo. En ambos casos, tanto para ellos como para sus familias, resulta muy beneficioso poder dar continuidad a la estructuración del tiempo. En el centro de día, antes de llegar al centro ocupacional, participaron en el taller de tareas prelaborales: montaje y desmontaje de piezas; montaje y precintado de cajas; ensobrado, cableado y poner regletas; montaje, embolsado de bolígrafos y tareas administrativas. También aprendieron a realizar desplazamientos autónomamente y de manera segura utilizando el transporte público. Eso les sirvió para sentirse capaces de coger el tren desde Bermeo hasta el taller ocupacional.
Muchas ventajas
Empezar a trabajar en el centro ocupacional supone un esfuerzo que tiene una pequeña gratificación económica. Pero lo más importante es su contraprestación socializadora para los usuarios y de descarga emocional para las familias. A nivel personal, los trabajadores obtienen una gran satisfacción. Dani se siente «muy agradecido«, porque le han ayudado mucho. «Yo al principio sólo estaba deseando que alguien ‘me rozará’ para estallar y soltar mi ira«, relata. Hoy se siente útil de nuevo porque los productos que fabrica tienen un precio, «van al mercado«. «De aquí me voy ‘lleno’. No soy ese que yo pensaba pero sé que tengo un futuro, aunque no va a ser como antes«. Y estos progresos los nota Dani y los ve -según nos cuenta- «en la cara de su mujer» cuando se encuentran al regresar del trabajo.
Las secuelas del daño cerebral, en el caso de Dani, tienen que ver con el plano cognitivo-conductual. Entre otros problemas, muestra un trastorno orgánico de la personalidad y dificultades en el almacenamiento de la información. Pero son siempre mayores las capacidades que las limitaciones. Con un plano delante, tras aprender las actividades y sus secuencias, Dani es capaz de montar pieza a pieza, piezas complejas; de abocar tornillos y tuercas en componentes eléctricos. Su monitor, Andoni Lezamiz, está satisfecho con su trabajo; en el taller ocupacional se relaciona con todos sus compañeros y sigue las pautas que se le indican, aprende tareas nuevas y es capaz de seguir un buen ritmo.
Capacidad laboral
A nivel motor, Dani y Juan Carlos habían trabajado para mejorar el patrón de la marcha. Luego aprendieron a manejarse con el transporte. Necesitan ayuda para la planificación de la tarea pero, tras su participación en el taller prelaboral, han demostrado que son capaces de:
– Recordar las pautas de una tarea.
– Mantener la atención en la tarea que están desarrollando.
– Realizar una secuencia y automatizarla con un número de errores escaso y a buen ritmo.
– Aceptar las correcciones. Corregir sus errores si alguien se lo indica y también autocorregirlos.
– Colaborar con sus compañeros.
Ainhoa Espinosa, la neuropsicóloga encargada de la supervisión del proceso de integración está muy contenta. En el vídeo que podemos ver a continuación explica que ambos tienen buena disposición para el trabajo, también para el trabajo en equipo, y que se toman la actividad muy en serio. La terapeuta cuenta además los beneficios que supone para ellos entrar a formar parte del programa de atención individualizada de una entidad como Lantegi Batuak, que organiza grupos de lectura fácil, excursiones, yoga, actividades de tiempo libre, etc.
Lantegi Batuak ofrece oportunidades laborales adaptadas a cerca de 3.000 personas con discapacidad en la treintena de talleres ocupacionales que posee en Bizkaia. Con jornadas flexibles y atención especializada, sus operarios se dedican a labores de jardinería, limpieza, catering, hostelería, etc.