La deportividad como elemento integrador y terapéutico
Vinculada a la mejora de la calidad de vida, la actividad física ha de adaptarse a las capacidades y necesidades de cada persona. Sin embargo, el nivel de actividad física en las personas con enfermedad mental, mayoritariamente, suele ser menor que el realizado por la población en general. Dicha inactividad puede ser causada por diferentes factores a tener en cuenta:
· Estilo de vida: predominio del sedentarismo, consumo de tabaco elevado y dieta no equilibrada.
· Efectos secundarios del tratamiento farmacológico.
· Sintomatología negativa: apatía, abulia, anhedonia y embotamiento.
La presencia de estos factores contribuye a la aparición de enfermedades somáticas y crónicas, y a un empeoramiento de la calidad de vida de las personas.
En la mayoría de las intervenciones en personas con enfermedad mental se aborda la intervención a través de la práctica físico-deportiva. Los beneficios de la práctica de actividad física en esta población se resumen en los siguientes:
o Mejora de la condición física general.
o Reducción de síntomas secundarios del tratamiento farmacológico.
o Estimulación cognitiva y sensorial.
o Mejora de la coordinación dinámica general: destreza psicomotora, habilidades motrices finas y gruesas, equilibrio, etc.
o Desarrollo de la inteligencia emocional en sus cinco componentes: autoconciencia, autorregulación, automotivación, empatía y habilidades sociales.
o Mejora de la comunicación interpersonal e intrapersonal: intercambio de experiencias.
o Aumento de la autoestima personal.
o Ayuda en la planificación y responsabilidad: cultura deportiva (horarios, disciplina, responsabilidad, higiene…).
o Mejora de la capacidad de resiliencia: capacidad de esfuerzo y superación (valores deportivos).
o Intercambio de experiencias: convivencia.
o Mejora de la higiene del sueño.
o Escape a la rutina diaria y respiro familiar.
o Aumento de la toma de decisión, la independencia y la motivación.
o Mejora del sentimiento de utilidad y realización personal.
o Trabajo en equipo donde todos aportan su grano de arena por lograr un objetivo común.
o Estímulo para mejorar los hábitos saludables (mejorar la alimentación, eliminar tóxicos como el tabaco o el alcohol…).
o Liberación química cerebral natural: endorfina, serotonina, dopamina.
Teniendo en cuenta el estilo de vida que se da en esta población de forma mayoritaria, el abordaje desde los centros se basa generalmente en la adquisición del hábito de la práctica de actividad física. No tiene que estar necesariamente vinculada al deporte de competición sino a la mejora de la calidad de vida; basta una actividad de intensidad leve a moderada, según las capacidades y necesidades de cada persona.
Las actividades que se suelen llevar acabo comúnmente son:
· gimnasia de mantenimiento: movilizaciones y estiramientos
· movilización y paseo
· trabajo aeróbico en máquinas (bicicleta, step…)
· bolos
· petanca
· ergonomía postural
· yoga/relajación
Por otra parte, desde los centros se impulsa también la práctica deportiva más competitiva como medio de integración social y comunitaria.
La práctica del deporte de competición supone beneficios concretos para las personas en diferentes esferas y se pueden abordar otras necesidades o cualidades que desde la práctica no competitiva no se llega a profundizar:
– Participar en deportes competitivos enseña a las personas habilidades adaptativas para la convivencia en la sociedad. El hecho de seguir unas normas establecidas podría ayudar a generalizarlas con la sociedad en la que vivimos, desarrollando también habilidades de competencia y sentimiento de logro. Esta competencia no tiene por qué ser negativa o poco saludable. La práctica de deportes competitivos puede ayudar a comprender cómo funciona la competencia en un ambiente amistoso y si se ofrece el mejor esfuerzo, se tienen más posibilidades de tener éxito.
– La práctica deportiva competitiva supone también beneficios a nivel social y de autoestima. Cuando una persona juega con su equipo, se siente realizada, reconocida y desarrolla el sentido de pertenencia a un grupo. Incluso al perder se aprende una valiosa lección: donde la persona aprende a gestionar por sí misma la frustración y también apoyar y empatizar con sus compañeros de equipo.
– El deporte de competición puede actuar como un disuasivo para comportamientos negativos, como fumar, consumir drogas, agresividad… Esto se debe a que los deportes competitivos proporcionan una forma de expresión, amistad y un sentimiento de valía.
Teniendo en cuenta las anteriores premisas, desde el centro se promueve el uso de recursos comunitarios donde se puedan llevar a cabo deportes de competición de una forma más normalizada. Así como también participar en aquellos eventos deportivos que sean interesantes para las personas usuarias. Una de las ventajas de participar en dichos eventos es el hecho de poder realizar un trabajo previo de preparación para perseguir la consecución del logro en la competición deportiva.
Así, el pasado 23 de marzo, desde el CRPS Antzaran asistimos y participamos al campeonato de baloncesto organizado por la Fundación Why not? en Donostia. Tuvimos la oportunidad de poder formar un equipo con compañeros de AGIFES y quedamos subcampeones en el campeonato. La vivencia de las personas que jugaron los partidos fue muy positiva, no solamente debido al logro de la clasificación y posterior resultado, sino también al desarrollo de las habilidades sociales y sentimiento de pertenencia a un grupo formado por personas ya conocidas y otras desconocidas, pero persiguiendo un objetivo en común. Aquellas personas que no pudieron participar jugando también vivieron de forma positiva aquella victoria en la que no dejaron de animar a su equipo.
Además entre nuestras personas usuarias contábamos con la presencia de una de las personas que colabora en los programas de Why not radio, cada quince días desde el CRPS, y que entrevistó a las jugadoras del IDK GIPUZKOA- DONOSTI BASQUET, Onintza Aduriz, Elen Nystrom y Touch Sarr, encargadas de entregar los premios en la competición.
Resumiendo, fue un día para recordar, un día en el que adoptamos la bandera la deportividad como elemento integrador y terapéutico.