Como preparación de este día, la víspera tuvo lugar un encuentro en la capilla para recordar las necesidades de las personas que sufren a causa de su salud. El miércoles 11, la capilla se quedó pequeña. Fueron muchos los pacientes que acudieron a la eucaristía que ofició el capellán del hospital, Horacio Argarate. También se acercaron a rezar por los enfermos, algunos familiares y personas que forman parte del voluntariado.
Tras la misa, una decena de pacientes jóvenes compartió mesa y mantel con sor Monse Esparza, superiora de la comunidad de Hermanas, con el director gerente del hospital, Mikel Tellaeche, y con Egoitz Zabala, responsable de Pastoral y Voluntariado.
Una concurrida ‘txokolatada’ puso fin a este este día instaurado en 1992 por el papa Juan Pablo II con el objetivo de sensibilizar a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad en general de la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a las personas enfermas.