En 1996, la Organización Mundial de la Salud declaró que la violencia contra las mujeres es un problema de salud pública mundial de proporciones epidémicas que requiere la adopción de medidas urgentes, y señaló la prioridad para los servicios de salud como primera línea de contacto con las víctimas y situación privilegiada para ayudarlas; en 2013 ante la gravedad y dimensiones del problema la OMS vuelve a recordar que el sector de salud debe desempeñar un papel más importante para dar respuesta a este tipo de violencia y que es una necesidad urgente integrar estas cuestiones en la enseñanza clínica.
Al mismo tiempo, un creciente número de estudios a nivel europeo y estatal demuestran la estrecha relación que existe entre la violencia estructural que se ejerce contra las mujeres y el mayor deterioro de la salud de estas, especialmente en su salud mental. Los resultados muestran que la violencia está muchas veces en el origen de la enfermedad mental, y a su vez el riesgo de sufrirla se multiplica por 2 y 3 veces en las mujeres con enfermedad mental grave. Por todo esto, dentro del plan de formación en Igualdad, implementamos las primeras acciones de formación y sensibilización sobre Violencia desde la perspectiva de Género dirigida al personal profesional.
En una primera formación básica, dirigida al Grupo Motor y facilitada por la consultora Helena Ortiz de Lejarazu, se abordó la necesidad de contar con un protocolo de actuación común en concordancia con el II Acuerdo Interinstitucional para la Mejora de la Atención a las Mujeres Víctimas de Maltrato en el ámbito Doméstico y de Violencia Sexual de Euskadi, el Protocolo Sanitario del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco y coordinado con los protocolos y mecanismos de atención disponibles en el ámbito foral y local de los distintos centros de implantación de Aita Menni.
En una segunda sesión se trabajó con 20 profesionales medico-asistenciales de distintas unidades de Aita Menni. La sesión orientada a la sensibilización sobre el tema, impartida por Florencia Savanti, técnica de Igualdad, se dividió en una primera parte de formación teórica sobre el marco legal y los conceptos básicos sobre violencia de género, así como transmisión de resultados de investigaciones pioneras en el ámbito de violencia y salud mental, y una segunda parte práctica donde se trabajó en grupos en torno a las siguientes preguntas:
– Desde nuestra área, ¿qué estamos haciendo y qué podemos hacer para detectar la violencia contra las mujeres?
– ¿Qué vías de entrada identificamos para la detección precoz de la violencia contra las mujeres y quiénes serían agentes claves para esta detección?
Entre las cuestiones que fueron surgiendo en el debate destacamos:
- El tratamiento indiferenciado de todo tipo de violencia que se hace actualmente en la organización.
- La necesidad de un método o estrategia común para el abordaje especifico de la violencia sistemática contra las mujeres.
- Importancia de trabajar de manera coordinada en equipo sobre este tema. Las vías de entrada varían de acuerdo con las unidades y áreas, en general el área de trabajo social y área médica y enfermería son las vías de acceso primario. El personal auxiliar de enfermería estaría más en contacto con pacientes en residencias o internación y detectan más usualmente si hay episodios de violencia dentro de la institución, de manera observacional.
- La importancia de continuar con la sensibilización y la tolerancia cero a la violencia y específicamente la violencia contra las mujeres como problema estructural.
- La importancia de llevar un registro sistemático de las actuaciones realizadas. Actualmente se realizan observaciones y se comentan en el equipo de trabajo, también entrevistas de contraste con pacientes, cuando es posible, o información a la familia.
- La falta de tratamiento desagregado de los datos (hasta ahora, que se empieza a incluir en algunos sectores).
- Importancia de incluir preguntas específicas en las entrevistas en primeras consultas en salud mental. Se señaló la importancia de generar espacios de escucha adecuados para pacientes que refieren o sugieren este tipo de violencia.
- La complejidad de incluir registros de indicadores de sospecha de violencia en las historias clínicas (temor de estigmatizar a las pacientes o a sus parejas) y las consecuencias que esto puede acarrear si son falsos versus las consecuencias de no incluirlos y que a posteriori se confirme la violencia.
- La necesidad de conocer los protocolos existentes y practicar con casos de estudio.
- Se valora muy positivamente la presencia de 20 profesionales de distintas áreas en esta reunión como primer paso de toma de conciencia y avance sobre el tema.