Asun Salvador: “Ahora en casa nos reímos mucho más”
Yambo es el seudónimo de la esposa de Juan José Fernández, uno de nuestros pacientes, y C4 su libro. Un ‘gracias a la vida’ de 229 páginas. Porque la vida sigue y merece la pena.
«Necesitaba construir un puente seguro y equilibrado entre mi corazón y mi cabeza, o lo que es lo mismo, entre mis sentimientos y mis razonamientos». El 6 de septiembre de 2015, Yambo (alter ego de Asun Salvador) cogió su boli para relatar así el “terremoto” que supuso el grave derrame cerebral que sufrió el día anterior su marido, Juan José Fernández. De la reunión de todas esas notas surge C4, título del libro que hace referencia al número de box de la UVI en la que Juanjo permaneció tanto tiempo.
No hay personas afectadas por el daño cerebral sino familias afectadas. C4 es un libro que se abre con lágrimas en los ojos y se cierra con una sonrisa. Porque al leerlo nos llega la fuerza de una familia que ha decidido mantener la sonrisa, aunque cueste, y seguir «mirando de frente al calendario».
Asun pasa a ser Yambo, como el saludo en swahili que le recuerda su viaje de novios a Kenia. Se tatúa el nombre en la piel, bien visible, y empieza a dejar constancia escrita del proceso en el que se ve inmersa toda la familia. Esta, según ella, fue una de las dos mejores decisiones que tomó en aquellos momentos. La otra, fue llevar la música hasta el box de la UVI, donde se hallaba en coma el fundador y director de la Coral Aldapeta.
Dos buenas decisiones
Profesora de lenguaje musical, habla de la música como si se tratara de una amiga. En realidad “de la mejor terapeuta”, porque obró “el milagro de traerlo de vuelta”. De repente, Juanjo empezó a dirigir con su mano izquierda “pero no de cualquier forma, sino con unos movimientos a tiempo, llevando el ritmo…”.
“Puedo permitirme llorar pero hundirme no, no me lo puedo permitir. Con un estilo fresco y directo, Yambo nos conduce a la habitación de la Residencia. Se abre un nuevo periodo, un periodo largo en el tiempo. “Comienza una rutina impuesta de repente que cambia todos tus hábitos, tus quehaceres diarios y recoloca tu escala de valores en un tris”. Juanjo comienza la rehabilitación con Marga, fisio y amiga incondicional. «Ella y su marido nos han ayudado rehabilitar el alma». El cuerpo de Juanjo comienza a comer y a rehabilitarse también. «Increíble tanta alegría por un puré de verduras». Las alegrías irán llenando ese «hoy estamos contentos por…» que ha iniciado Yambo, con un Juanjo choca los cinco, Juanjo juega al dominó, Juanjo cantando en su alemán uno a uno todos los números del Réquiem de Brahms, etc, etc.
Asun desliza emoción y reflexión en cada frase: «La vida nos ha frenado clavando el freno de mano». Pasados 30 días del derrame, los médicos le plantean a Asun la posibilidad de trasladar a Juanjo a Aita Menni en Mondragón, “centro del que yo había habido hablar maravillas”, dice. Tras hablar con O.U. «un encanto de mujer que me lo explica todo», Asun no se lo piensa.
Una historia de superación personal y familiar
Unas pocas habitaciones, sin televisión -las personas que están allí no tienen tiempo para verla-, 25 historias, 25 pacientes con su nombre escrito claro en la puerta. En la Unidad de Daño Cerebral de Aita Menni “no hay tristeza, hay sonrisas. Y no por qué no haya historias tristes, sino porque esas sonrisas convierten esa tristeza en una historia de superación personal y familiar”.
En Aita Menni, Juanjo avanza “pasito a pasito”, va ganando autonomía. Asun acude a la llamada de Laura, la trabajadora social, para ver cómo ha aprendido a ducharse y a vestirse solo con una sola mano. “Esto es complicado, muy complicado y si no prueba tú y luego me dices”. Manu, el logopeda, “nos explica lo que ha denominado su almacén lexical, que está ahí pero hay que reordenarlo”. Qué decir de Udane, la fisioterapeuta, «mano dura, caricia blanda». «Nosotros, los actores secundarios también lo sentimos apoyados. Y no hablo de informados, hablo de apoyarnos y sentirnos comprendidos. Porque no todo el mundo lo entiende y sobre todo hablo de sentimientos Nos sentimos escuchados». Yambo está contenta y agradecida. Eloi, el médico, le traslada que a todos en el equipo les gustaría leer su historia porque cree que su manera de pensar y ver las cosas les puede ayudar.
Yambo descubre en nuestra Unidad de Mondragón otra acepción de la palabra transferencia, que hasta entonces creía ligada a un movimiento bancario. «Pero es más importante que todo eso, porque es pasar algo mucho más valioso de un lado a otro (…). Y tú me podrás decir: bueno, tampoco tiene que ser tan difícil, le sujetas y se tiene en equilibrio. Pero yo no me refiero a ese equilibrio, me refiero a encontrar un equilibrio perfecto entre la ayuda y la compasión. No, no me vuelto loca, me explico. Este es el equilibrio tan difícil de conseguir mucho más allá de mantener el centro de gravedad y que ha de conseguirse. De ayuda, no de compasión, que si fuera yo la persona transferir no me gustaría percibirlo en esas manos que me sujetan. Es lo que llamo equilibrio de corazón».
El cajón de números
Y así llega la Navidad, una Navidad diferente para la familia Fernández-Salvador. Yambo describe cómo el belén de Aita Menni huele a musgo recién colocado, cómo hay pequeños portales en cada rincón del hospital en los que falta el niño Jesús hasta la Noche de Nochebuena, como manda la tradición, que el comedor está precioso con sus velas y manteles. Y esas visitas entrañables, encuentros que Juanjo necesita para ampliar su mundo. Y la carta sus majestades los Reyes en la que han pedido un cajón de números para contar hasta 10 y poder volver a empezar tantas veces como haga falta. “Porque, sabes, no somos perfectos. Ni medioperfectos, y por eso se nos acaba la paciencia y la sonrisa y necesitamos otra vez contar hasta 10 para volver a empezar”.
Tras los besos de despedida no se cierra una puerta. Asun quiere dejarla abierta. Quiere dar las gracias a todas las personas de Aita Menni que le han ayudado abrir una nueva etapa, desde las chicas de recepción a las camareras del comedor, trabajadoras sociales, enfermeras, terapeutas ocupacionales y médicos. “Gracias a esa mujer que se excusó aquella tarde en el pasillo y me dijo: no sé qué te pasa pero creo que necesitas un abrazo, y sin saber ni mi nombre me dio un abrazo de esos que te juntan todas tus partes rotas. Uno no tiene la suerte de conocer un ángel todos los días. (…) Gracias a una chica asturiana encantadora compañera de piso de Juanjo…”. En su dedicatoria escribe: «Para Aita Menni, porque la vida os puso en nuestro camino y nos ayudasteis a mantener la sonrisa cuando la vida parecía empeñada en desdibujárnosla. Una y mil veces GRACIAS».
Nueva etapa
Ahora todo es más lento todo va mucho más despacio ahora en el mundo de Juanjo y su familia. «En cinco minutos no hacemos nada o casi nada o mucho. Siguen siendo 300 segundos pero nada que ver con los de antes (…). Piensa que yo corría como tú. Quería hacer mil cosas y ahora sólo quiero hacer las importantes. Cuántas, no sé sólo quiero hacer menos, muchas menos pero las importantes. Ojalá alguien hubiera abierto a mí los ojos».
Para Asun todo depende del color del cristal con el que se mire. Y de entre la paleta que va del blanco y al negro, ella escoge el cristal verde, verde color de la esperanza. La música, los ánimos las caricias y los besos. “Así que si me permitís un consejo, no os dejéis nunca un abrazo por dar. No os lo guardéis”. Este libro de Yambo también obedece a su necesidad imperiosa de dar las gracias a todas las personas “que desde aquella la tarde de sábado estabais conmigo. Gracias por los besos, por los abrazos, que han sido el pegamento que ha conseguido entre todos que al final del huracán con el paso de la cola del mismo nuestra familia no se haya venido abajo. Ellos (sus hijos, Andrea, Adrián y Aida) han madurado y mucho. Nuestra vida es diferente. Por supuesto que lloramos, a las lágrimas también les hemos reservado un hueco. Pero os puedo asegurar que ahora nos reímos en casa mucho más que antes”. ¡Yambo!
* Las personas interesadas pueden adquirir el libro C4 en el Café Salvador. Pasaia Kalea, 1, (Jai Alai) de Donostia-San Sebastián, o pedirlo por correo a la propia autora: [email protected].